Su famoso sabor, a veces imitado pero nunca igualado, se ha convertido en el símbolo de la categoría de las cervezas negras. No se habla de amargor, sino más bien de su cebada torrefactada que le aporta el gusto del café y la chicoria, dentro de un guante de terciopelo. Se llega a apreciar casi como un irish coffee, con una espuma apretada y untuosa que la corona.